viernes, 29 de enero de 2010

Cronica


Marlene tiene 28 años. Tiene, además, un perro llamado Gato. Marlene es la guionista de un programa infantil de un conocido canal de televisión. Ella quería ser escritora pero, en vez de eso, la vida la llevó a escribir los diálogos de los niños que conducen este programa. La vida, a veces, es una mierda, piensa. Sin embargo, no se queja ni hace pucheros ya que le pagan muy bien por hacer guiones simples y limpios. Marlene, no tiene novio. Marlene está enamorada de un camarógrafo del canal: Ernesto. Él no se da cuenta ya que, a pesar de ser guapo, no es muy listo. Marlene no tiene ropa de baño. Marlene no tiene minifaldas. Marlene no tiene sexo. Marlene tiene 28 años y, en toda su vida, nunca ha tenido sexo.

Hoy, viernes, no quiere salir de casa. Lava la ropa. Limpia su departamento.Llama a Ernesto para preguntarle cualquier estupidez, ya que solo quiere escucharlo. Y vuelve a dormir. Eran las once de la noche cuando sonó su celular. Ernesto la recogería para ir a una discoteca en Escazu con los muchachos del canal. Ella, ansiosa, asustada y feliz, aceptó. Buscó algo de ropa. Planchó rápidamente. Se volvió a bañar. Se maquilló. Algo de perfume. Algo de desodorante. Y esperó. Y siguió esperando. Hasta que llegaron los amigos en el auto de Ernesto, y se fueron.

En la fiesta, sin darse cuenta, el vodka hacía su efecto. Ella feliz. Asustada, pero feliz. Ernesto, quien había fumado algo de marihuana en el baño del local, estaba más risueño que de costumbre. Y así, bailaron. Ella le habló de lo bien que él bailaba… de lo fuerte que la sostenía… y por fin, el joven Ernesto, se dio cuenta del avance de Marlene. Sin decir mucho la besó. Recorrió sus labios con la lengua en un espectáculo poco decorativo para los amigos de ellos quienes hacían muecas de asco desde la barra. Él siguió sonriendo de manera ida. Ella, se enamoró más de la cuenta.

Luego de dos semanas de aquellos improbables besos en la discoteca, ella decidió abordarlo, solo para encontrar en él un respetuoso rechazo: “deseo estar solo” le dijo. Y ella, triste, avergonzada y más triste, se fue a su departamento donde lloró. Recordó su edad. Recordó su virginidad. Recordó los daños causados por otros besos. Por otros enamorados fugaces. Recordó su peso. Y se sintió fea. Sola. Poco agradable. Poco mujer. Y siguió llorando. Luego de bañarse, se miró desnuda frente al espejo inmenso de su dormitorio y se preguntó: ¿quién te va a querer si eres una gorda fea? Y, luego de denigrarse, continuó con el llanto.

Y claro, los días pasaron y la tristeza continuaba. Ernesto, con maneras respetuosas, se apartaba de ella. Los meses pasaron y la tristeza menguaba. Ernesto, con maneras respetuosas, trataba de no darle pie a que ella se vuelva a ilusionar. Y pasó poco menos de un año y la tristeza se esfumó. Y así, llegó el cumpleaños 29 de Marlene. Lo celebró a risas. A muchos tragos. Y algo de lágrimas, al barrer los desperdicios luego de la fiesta.

Marlene se había calmado y preparó su discurso. Le dijo que no se asustara. Le dijo que no había ningún problema si es que había una respuesta negativa a su pedido. Le dijo que no deseaba estar con él. Que ya no estaba enamorada. Que no se preocupara. Dentro de sus aclaraciones Ernesto abandonó el estado de incomodidad en el que estaba sumergido desde que ella se sentó en su mesa. Ahora, está preso por una inmensa curiosidad. ¿Qué es lo que ella querrá?, pensaba. Luego de culminar su introducción, y luego de culminar un largo respiro, Marlene le contó, algo avergonzada, sobre su virginidad y de todo lo que le incomoda. Y le pidió, por favor, y sin interponer algún tipo de compromiso o algo similar, que le hiciera el amor.

Jueves, 9 de la noche. Él le recomendó que tomara algo de licor. Ella le recomendó que comprara un condón. Él le dijo que sacara a su perro del cuarto. Ella le dijo que no. Y Gato presenció cuando se volvieron a besar. Sin muchos preámbulos, ella se quitó el brasier y no le importó verse un poco subida de peso. Sin muchos preámbulos él sujetó sus nalgas con firmeza, por debajo del pantalón, y no le importó saberse tosco.

Menos doloroso de lo que pensaba. Más placentero de lo que creía. Terminaron y él ya quería irse. Ella se dio cuenta de su impaciencia, así que no dudó en abrirle la puerta, para festejar. Ya soy mujer, se dijo. Y abrió una lata de cerveza.

Pasaron los días. Pasaron los años. Marlene ha terminado de corregir su primer libro. Presentará su trabajo a Editorial Santillana donde sabe que la rechazarán. Igual tiene que intentarlo. Igual tiene que regresar temprano al departamento de Simón, su novio. En el camino recibe una llamada. Es Ernesto. Le dice para salir esa noche. Le dice que será divertido. Le dice que tiene unos buenos videos en su casa. Ella sonríe y, con maneras respetuosas, lo mandó al carajo. Después de colgar recuerda que tiene que comprarse una nueva ropa de baño y más minifaldas…

1 comentarios:

Karla Delgado dijo...

Heyy q buena! Me gustó muchooo! =)

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